Proyecta Álamo & Ortega

Título de la exposición: Proyecta Álamo & Ortega
Fecha: 25.03.2003 – 18.05.2003
Espacio: CAAM – San Antonio Abad. Las Palmas de Gran Canaria. España.
Horario: de martes a sábado de 10 a 21h. y domingos de 10 a 14h.

Proyecta Álamo & Ortega lleva a la sala San Antonio Abad historias íntimas, retazos de lo cotidiano.

La muestra de Alby Álamo y Jorge Ortega es la segunda entrega de la serie ‘Proyecta’, que pretende convertir a la sala más joven del CAAM en marco para la dinamización de la escena artística canaria.

Desde el próximo 25 de marzo y hasta el 18 de mayo la sala San Antonio Abad acogerá ‘Proyecta Álamo & Ortega’, una exposición, fundamentalmente de pintura, compuesta por las creaciones de Alby Álamo (Las Palmas de Gran Canaria, 1977) y José Ortega (Caracas, Venezuela, 1968), que supone la segunda entrega de esta nueva etapa de la sala San Antonio Abad, a través de la que quiere profundizar en su propósito fundacional de indagar y difundir las creaciones plásticas últimas que acontecen dentro del archipiélago canario y ser marco para la dinamización de la escena artística de las islas.

En el CD Rom de la muestra, que sustituye al tradicional catálogo, la crítica de arte Gopi Sadarangani cuenta que Álamo y Ortega son ‘artistas sin ningún nexo común de trabajo, pero vinculados por esta exposición, coinciden en promover estrategias y procesos que generen pensamiento en esta sociedad de las tecnologías y plantear un conocimiento teórico del entorno inmediato. (…) Ambos artistas comparten un sentido existencial en sus obras que significa la proyección de la presencia del sujeto como acontecimiento, como acción, incluso como ausencia’.

Alby Álamo presenta en esta ocasión 31 piezas de pequeño formato que pertenecen a las series ‘El Balcón’, ‘Spleen’ y ‘Narraciones’, además de tres fotografías independientes. Álamo centra su trabajo en sus propias vivencias, en la cotidianeidad que le rodea -su azotea, sus amigos, él mismo…-. Sadarangani, al respecto, escribe: ‘No sólo el empleo de la primera persona nos remite a su seguimiento de una «realidad tangible» sino la habilidad para confundir la banalidad de la situación y la trascendencia del mensaje, pues hay en estos hecho mínimos «desprovistos de mayor significación» una apertura hacia lo meditativo’. Continúa: ‘Al igual que su pintura, la fotografía es un ejercicio de austeridad, una experimentación conceptual y formal, que desde perspectivas analíticas, ofrece claves metafóricas personales. Por un lado demostrar visualmente cómo lo cotidiano se convierte en un enigma al transformarse en parte de la obra de arte, además de destacar como la intencionalidad de una obra puede transgredir, pervertir y reinterpretar la historia cotidiana, la vida diaria y sus imágenes’.

Jorge Ortega presenta doce obras pictóricas de diversos formatos, ‘ventanas al mundo de presentes eternos, en ellas perduran esencias de momentos’, según escribe Sadarangani. Sus obras también están basadas en la cotidianeidad, estudios de su taller y del cuerpo humano enfatizan la labor del artista como estudioso de la pintura.

‘Las pinturas de Jorge Ortega acotan una nueva medida entre «nosotros» y las paredes, el espacio queda poéticamente desvelado como un juego de fuerzas donde fuera y dentro son una construcción poética, y aquí se inscribe el problema de la mirada y el acceso: la pintura es construcción de imágenes, se ha de adivinar el espacio, captarlo, y es a partir de un cierto punto que se le comprende, palpita el eco de habitar el espacio de los espacios’, reflexiona Gopi Sadarandangani, y concluye: ‘Jorge Ortega se caracteriza por una alta calidad sostenida en su pintura, sólo respetando la evolución completa de su trabajo, se comprende la coherencia y hondura que habita en ella. Heredero de Matisse, y otros formidables coloristas, ha mantenido siempre una muy personal y bella gama cromática de tonos, donde lo terrenal y lo místico forman una misteriosa conjunción en un orden casi arquitectónico de visibilidad y de luz, de ilusionaria habilidad interior, de construcción, incluso un cierto y paradójico idealismo que nos hace mirar al arte clásico y a esa valoración tan oriental del lleno en el vacío.

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