Santa Cruz de Tenerife, 1894 – Santa Cruz de Tenerife, 1972
Fuente:
Peralta, Yolanda; Diccionario de Creadoras Canarias del Siglo XIX-XX
Universidad de La Laguna, Tenerife, 2008.
Perfil del artista
Aficionada a las artes. Perteneciente a una familia originaria de Madeira, sus padres se trasladaron con sus ocho hijos a Tenerife, comprando un hotel en Santa Cruz de Tenerife que convirtieron en el Hotel Camacho. Tras cursar sus estudios en internados en Inglaterra, regresó a Tenerife, residiendo en la capital, concretamente en la calle General Sanjurjo, en una vivienda próxima al domicilio de Eduardo Westerdahl.
Su interés por las actividades escénicas la lleva a participar en obras teatrales y a colaborar en alguna producción cinematográfica, como la de José González Rivero, El ladrón de los guantes blancos (1926). Participó con su hermana Rosa en las actividades de Pajaritas de Papel (1928-1930) con el seudónimo de Hil o Hildalinda.
A finales de la década de los veinte contrajo matrimonio con Frederick Szmull, trasladando su residencia a El Rosario (Argentina), donde nació, en febrero de 1930, su hijo Freddy. A los pocos meses regresó con su hijo a Tenerife, alojándose en un hotel que su familia tenía en Tacoronte. Empezó a trabajar en la empresa de Jacob Alhers, pasando a residir en Santa Cruz de Tenerife. Colaboró con Westerdahl en concepto de traductora de textos e intérprete en Gaceta de Arte. Su relación con el crítico se afianzó por esos años, sobre todo a partir de 1932. Durante ese año en una revisión médica se detectó que su hijo Freddy había nacido sordomudo. La noticia fue un duro golpe para su madre pero también para Eduardo Westerdahl que desde su nacimiento se había convertido en su tutor, supervisando sus progresos y estudios y velando por su futuro profesional.
Hilda trabajó dando clases de inglés primero en la academia Publio y posteriormente en su casa, para sacar adelante a su hijo, al que había enviado a estudiar al Instituto Profesional Ponce de León en Madrid. Interesada por las cuestiones artísticas y vinculada desde joven al mundillo artístico de Tenerife, Hilda trabó amistad con el pintor canadienses York Wilson y con su esposa durante la estancia del matrimonio en la isla entre 1952 y 1953.